En el marco de la segunda Masterclass sobre primeros auxilios psicológicos en violencia de género, se procede a caracterizar la violencia. Para ella se emplea la propuesta de observación al maltrato de Lenore Walker*

1. El ciclo de violencia.

Lenore Walker (3 de octubre de 1942 Nueva York, Estados Unidos) es escritora, educadora y psicóloga, describió en 1984 el carácter cíclico del maltrato de mujeres (teoría del ciclo de la violencia), tomando como base la teoría de la indefensión aprendida y la hipótesis de la tensión-reducción.

Así, según esta propuesta, el maltrato se desarrollaría siguiendo estas tres fases: 

+   fase de acumulación de tensión, 

+   fase de explosión violenta, 

+   fase de luna de miel.*

En particular, la violencia en el contexto de las relaciones de pareja se caracteriza por presentar un ciclo repetitivo. Este ciclo de violencia también puede manifestarse en relaciones de amistad, con hijos o en el ámbito familiar. Se identifican distintas fases que conforman dicho ciclo.

La primera fase es la acumulación de tensión, en la cual se experimenta una creciente molestia y angustia de forma regular. Esta tensión surge a partir de la acumulación de pensamientos y emociones que no son expresados, generando fisuras internas en el individuo. A medida que la incomodidad aumenta, se tiende a silenciar los sentimientos, pensando que expresarlos solo ocasionará conflictos y malentendidos.

La siguiente fase es la explosión violenta, donde la acumulación de tensión alcanza un punto crítico y se desencadenan agresiones verbales o físicas hacia la otra persona. Este estallido puede tomar a la otra parte por sorpresa, ya que desconoce los pensamientos y emociones acumulados en el individuo.

Finalmente, tras la explosión de violencia, se produce una fase de luna de miel. En esta etapa, se busca restablecer la armonía en la relación a través de manifestaciones de amor y arrepentimiento. Sin embargo, este ciclo se reinicia cuando nuevamente se acumula tensión y se repiten los patrones anteriores.

Se enfatiza la posibilidad de romper este ciclo de violencia a través del conocimiento y la observación de las propias vivencias. Es necesario comprender cómo se ha experimentado este ciclo en el pasado para poder aplicarlo a la propia vida y reflexionar sobre las acciones realizadas. Este conocimiento brinda la oportunidad de romper el ciclo y buscar formas más saludables de relacionarse.