1. Modelo de Atención desde la gestión emocional. Es un placer escribirles, e informar desde la masterclass, acerca de este módulo que se enfoca en la atención desde la gestión emocional. En este módulo, se abordará el perfil de la persona que ha sido víctima de violencia, desde tres perspectivas: cognitiva, emocional y conductual.

Desde el punto de vista cognitivo, se examinará todo lo relacionado con los pensamientos de la persona. En cuanto al aspecto emocional, se analizará cómo se manifiesta el proceso emocional en la víctima. Y desde la perspectiva conductual, se evaluará su comportamiento.

La comprensión de este perfil es de vital importancia, ya que nos permite establecer un mayor nivel de empatía, solidaridad y apoyo hacia la persona a la que deseamos ayudar. 

Además, la víctima percibirá nuestra ayuda como una herramienta efectiva para salir de la situación que la aqueja.

1.1. Lo cognitivo: pensamientos

Comencemos abordando la dimensión cognitiva. Nos enfocaremos en los pensamientos que surgen en una persona que ha sido sistemáticamente violentada, ya sea física, sexual o en cualquier otra forma de violencia. 

Uno de los primeros aspectos que se observa son los pensamientos relacionados con un futuro catastrófico, donde la persona percibe una incapacidad para lograr avances o salir de la situación.

Esto está estrechamente ligado al concepto de desesperanza aprendida.

a) La desesperanza aprendida

Las víctimas tienden a sentir que no hay solución y que es difícil salir de esta situación, a pesar de sus intentos. 

La desesperanza se refuerza debido a las numerosas experiencias negativas vividas. Esta mentalidad genera desconfianza, ya que si alguien cercano y amado puede hacerles daño, ¿qué podrían hacerles otras personas? 

Además, pueden experimentar pensamientos como "Cuidado, no te acerques. No quiero tener personas demasiado cerca". Estos pensamientos afectan su autoconcepto y autoestima, haciéndoles dudar de sí mismas.

La víctima se enfoca en su incapacidad para resolver la situación, dado que cada vez que intenta hacerlo, la violencia vuelve a surgir.

b) Negación y justificación

Otro aspecto importante es la tendencia de la víctima a negar y justificar la violencia. Se instala en un ciclo donde hoy la pareja es amada y mañana no, lo cual socava profundamente su valor y autoconcepto. La víctima se plantea preguntas clave como "¿Por qué a mí? ¿No puedo salir de esto? ¿Será que esto es una forma de amor?" Se niega y justifica la violencia, llegando incluso a normalizarla durante años.

Además, la víctima experimenta pensamientos recurrentes y predecibles. Por ejemplo, al escuchar algo, pueden pensar: "Ahí viene... ¿Cómo vendrá? ¿Hoy me golpeará? Intentaré no hacer nada que lo moleste". Estas situaciones refuerzan su sensación de incapacidad.

Es importante reconocer cómo estos pensamientos afectan sus emociones.

1.1.2. Lo emocional.

Dentro de este proceso, las emociones desempeñan un papel fundamental. En primer lugar, surge el miedo como una de las emociones básicas más predominantes. Además, se experimenta una profunda tristeza que a menudo está impregnada de culpabilidad. La víctima se cuestiona: "¿Qué hice? ¿Cómo me comporté? ¿Qué dije para provocar esta reacción en la otra persona?".

Cuando experimentamos culpa (seguramente todos hemos sentido esta emoción en algún momento), es como si lleváramos una mochila cargada de piedras sobre nuestras espaldas. Esta sensación de peso nos inclina y nos hace encorvarnos para soportar esa carga tan pesada. 

Lo mismo ocurre con la víctima: va acumulando más y más cargas emocionales. Comienza a sentir que es mejor evadir la situación, negando que le esté sucediendo a ella. Esta evasión conduce al aislamiento, y el aislamiento genera una profunda sensación de falta de valía y una percepción de inferioridad frente a los demás: 

"Los demás pueden hacerlo, pero yo no... Los demás son capaces, pero yo no lo soy". Esto, sin duda, deteriora profundamente su autoestima y su valor propio en relación a lo que realmente cree que puede lograr.